"Ambiente escolar"


rporlan - Posted on 14 September 2010

Columna de Rafael Porlán, coordinador de la campaña de difusión del Manifiesto Pedagógico No es Verdad, publicada en la revista Cuadernos de Pedagogía nº 404

Hago recuento de algunas expresiones coloquiales que indican la importancia del ambiente: “buen ambiente”, “ambiente irrespirable”, “tensión en el ambiente”, “ambiente acogedor”, “ambiente explosivo”… Expresiones sencillas que sintetizan la influencia emocional de un contexto.

Con idéntica mirada me pregunto: ¿cuáles de estas expresiones reflejan el ambiente de nuestras clases y escuelas?, ¿cómo influyen los espacios y los tiempos?, ¿y el mobiliario, la decoración y la luz?, ¿cómo las expectativas con que afrontamos las relaciones interpersonales?, ¿y las miradas y los gestos?, ¿y los tonos cuando hablamos?...

Veamos una situación real y concreta. Un compañero de secundaria, me comenta, sorprendido, el siguiente diálogo con una clase de 1º al iniciar una guardia:

A. Profe, llévanos al patio

P. ¿Por qué al patio?

A1. ¡Porque estamos todo el día encerrados!

A2. ¡Nos agobia el aula!

A3. ¡Sí, las puertas y las ventanas están siempre cerradas!

A4. ¡Esto parece una cárcel, profe!

A5. En clase de Educación Física también aprendemos cosas y estamos fuera.

A6. Y en Música también. Porque vamos a otro aula.

Y lo curioso, me dice mi amigo, es que siempre que hago una guardia los alumnos quieren desesperadamente salir de la clase, ¡¡parece que tuvieran claustrofobia!!

Me atrevo a dar una imagen telegráfica del “ambiente escolar” desde la perspectiva de los estudiantes. Esquemática y extrema, sin duda, pero me temo que, en unos u otros aspectos, más frecuente de lo deseable:

Muro, entrada, angustia o indiferencia, patio desértico, espacios rectilíneos, aulario uniforme, paredes impersonales, mobiliario estándar, sillas duras, lugares fijos, filas inmutables, horarios uniformes, agrupamientos invariables, palabras extrañas, tareas sin sentido, tonos fríos, formas distantes, ritmos repetitivos, rutinas continuas, adormecimiento o estrés, atontamiento o tensión, algún momento interesante, algún trato afectuoso, algún conflicto expreso o latente, alguna ven-ganza satisfactoria, alguna mirada sonriente, el paso del tiempo, tareas para casa, aburrimiento, lentitud, ansiedad, prisas, timbre, estampida, muro, liberación, alegría…de vuelta a la vida.

Sin embargo, otros ambientes ya existen y son posibles cuando decoramos las aulas, abrimos las puertas, ajardinamos los patios, flexibilizamos los horarios, ralentizamos los ritmos… y damos y recibimos cariño.

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