"Facebook y la posuniversidad". Interesante artículo de Vicente Verdú en el País
¿Qué tiempo hará después? En dos sectores, al menos, la sanidad y la universidad se ensayan ahora nuevos modelos de curación y conocimiento. En estos dos casos, como en los que se ponen a prueba en las grandes empresas de vanguardia y en los medios de comunicación o en la política, poseen el mismo talante común. Si un periódico o una emisora de radio componen actualmente parte de sus espacios mediante la participación de los lectores y los radioyentes, los políticos de la nueva generación abren webs para recoger las ideas, sentimientos, enconos y proyectos de los ciudadanos.
El asunto de la interacción horizontal se halla omnipresente y de este paradigma, que han implantado decisivamente las webs sociales, se deducirá el talante de la nueva economía, cultura y sexualidad en los años inmediatos.
Si se trata de la sanidad, la sacra relación jerárquica entre médico y paciente ha dificultado y desperdiciadlo toneladas de comunicación. El médico posee su discurso profesional y lo impone, en ocasiones ininteligiblemente sobre el oído del enfermo. El enfermo es, en efecto, en manos del médico un ser infirme: abre la boca cuando se le ordena, se desnuda cuando se lo dictan, confiesa las deposiciones que tuvo y su calidad.
El médico anonada al enfermo cuyo discurso queda hoy -salvo excepciones- reducido a un balbuceo. La importante y cuantiosa información que el médico obtendría del paciente a través de sus desahogos se pierde o se ahoga puesto que el dueño de la palabra es el profesional. Despilfarro en pruebas clínicas, desvío hacia especialistas, aún más herméticos, envío a urgencias son los expedientes que se derivan de una atención saldada en minutos y con la sola voz del doctor.
De la interacción con el discurso del paciente nacerá la medicina más eficiente y personalizada dentro de poco. Hoy las consultas son una suerte de cámaras jerárquicas que reproducen el más y el menos del poder.
Igualmente, en la educación, el profesor, universitario o no, se erige en amo del saber y el alumnado debe engullir, como en las comuniones religiosas, la correspondiente pócima.
Muy pronto, como se explica en un reciente libro de Fundación Telefónica El proyecto Facebook y la pos-universidad del profesor argentino Alejandro Piscitelli (et al.) las clases superaran esta diferencia de clases. La enseñanza autoritaria y unidireccional ya se revela un inútil vejestorio que aumenta el fracaso o la abstención.
El desarrollo de Internet y la clase de conocimiento producido por los muchos, participando, interactuando o colaborando, es la clase de material cognitivo que devolvería sentido al aula. La forma de organizar esta clase de aprendizaje interactivo lo practican ya algunas universidades norteamericanas y sudamericanas, como es el caso de la universidad de Stanford o la universidad de Buenos Aires.
El alumno tradicional, obligado a callar en clase, es el antagonista del nuevo alumno invitado a habar. La que se llama pos-universidad, como todos los "post" que preparan el más allá de la crisis se apoyan en una comunicación y colaboración apaisada, no en la jefatura vertical. Se apoyan en la acción y no en la quieta recepción, en la conversación y no en la devoción.