"El fracaso escolar"


rporlan - Posted on 24 April 2010

Texto de Rafael Porlán, coordinador de la campaña de difusión del Manifiesto Pedagógico No es Verdad, publicado en la revista Cuadernos de Pedagogía nº 397.

Estreno columna y formato narrativo. Motivo: el “Manifiesto Pedagógico No es verdad”, de la red de docentes IRES (Investigación y Renovación Escolar), red a la que pertenezco.

La escuela fracasa. Pero no sólo por el número de suspensos y de abandonos, también porque no promueve aprendizajes de calidad en quienes aprueban. El desajuste entre los fines declarados y el desarrollo de la mayoría del alumnado es abrumador.

Lo ilustraré con un ejemplo. Respiramos continuamente, en ello nos va la vida. Desde hace 30 años, al principio de curso, mis estudiantes de Magisterio no saben por qué y para qué lo hacemos. Aseguran haberlo estudiado varias veces. Buscan en su memoria expresiones relacionadas: “para tomar oxígeno”, “para llevarlo a los pulmones”, “para transportarlo por la sangre”... Algunos, pocos, hablan de células y mencionan los nombres de ciclos bioquímicos   complejos (sólo los nombres). Sin embargo, nadie sabe la íntima relación que existe entre el sol, las plantas verdes y la respiración. La energía de la luz del sol, convertida en energía química por las plantas y almacenada por ellas en la glucosa, es liberada en cada célula cuando el oxígeno que respiramos quema la glucosa que comemos. Esta energía liberada mantiene en funcionamiento a todos los sistemas vivos. Esto es lo esencial.

¡Qué dramática paradoja la de mis estudiantes!: abordaron varias veces estos contenidos y aprobaron los exámenes relacionados con ellos, pero lo esencial no lo aprendieron.

No es nuevo: muchas personas hemos vivido lo mismo. Lo que ocurre en el presente escolar ya ocurría en el pasado: la transmisión directa y fragmentada de los contenidos no funciona.

No es verdad, pues, que la escuela de hoy fracase porque haya cambiado el tipo de enseñanza. Lo que ha cambiado es la sociedad,de manera que cada vez se manifiesta con más radicalidad el antagonismo entre escuela y realidad, entre vida cotidiana y vida escolar. Cada vez, por tanto, es mayor y más explícito el desapego de los estudiantes hacia la escuela.

Contra el fracaso escolar no vale más de lo mismo, como ciertos políticos e intelectuales piensan,  se precisa una transformación profunda del modelo pedagógico tradicional.

 

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