¿Qué hacemos con los libros de texto? Entre la resistencia a la LOMCE y la construcción de alternativas


Pepa G. - Posted on 27 March 2014

Entrada en el blog La educación que nos une, del colectivo "Yo estudié en la pública":  

 

Desde LA EDUCACIÓN QUE NOS UNE quisiéramos invitaros a ir un poco más lejos y animaros a elaborar y compartir materiales didácticos y proyectos de trabajo que contribuyan a superar los modelos pedagógicos que subyacen a la mayoría de los libros de texto:

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Entre las formas de resistencia a la LOMCE y desde la voluntad de paliar el enorme gasto que para las familias supone anualmente el desembolso en libros de texto vienen surgiendo en los últimos meses propuestas de diferente naturaleza:

 - Por una parte, la Plataforma Estatal por la Escuela Pública insta a la comunidad educatica a proponer a través de los Consejos Escolares de los centros el mantenimiento de los libros de texto de años anteriores, al tiempo que CEAPA sugiere a las editoriales no embarcarse en la elaboración de unos nuevos manuales que podrían no tener salida en el mercado.

 - Por otra, y desde Textos Marea Verde, se anima al profesorado a la redacción desinteresada de manuales gratuitos y disponibles en la red que vengan a sustituir a los libros de texto de las diferentes editoriales, de los que son réplica sin ánimo de lucro.

 Desde LA EDUCACIÓN QUE NOS UNE quisiéramos invitaros a ir un poco más lejos y animaros a elaborar y compartir materiales didácticos y proyectos de trabajo que contribuyan a superar los modelos pedagógicos que subyacen a la mayoría de los libros de texto:

  • Porque en la mayor parte de los casos presentan de manera descontextualizada y enciclopédica un sinfín de contenidos atomizados y yuxtapuestos.
  • Porque presuponen un modelo transmisivo de la enseñanza en que el docente expone los contenidos y los estudiantes los memorizan y los reproducen acríticamente.
  • Porque en ellos el aprendiz es un mero ejecutor de ejercicios cerrados y no un artífice comprometido -individualmente o en equipo- con la resolución de problemas.
  • Porque las formas de evaluación a que abocan son exámenes individuales contrarreloj basados en la memoria a corto plazo que no se traduce en un verdadero aprendizaje, en un “saber hacer” y un “saber ser” más allá de las aulas.
  • Porque a menudo realizan lecturas restrictivas del currículo y condicionan la percepción social -del profesorado, de los estudiantes, de las familias- de lo que significa “aprender” y “(de)mostrar lo aprendido”.
  • Porque invitan a la confusión entre lo que el docente “enseña” -ya lo di-, y lo que niñas y niños realmente aprenden.
  • Porque parten de una mirada disciplinar anclada en patrones decimonónicos donde no se invita ni a la necesidad formativa de aprender a establecer vínculos ni a la lectura crítica del mundo.

 Desbordemos por tanto el formato “libro de texto” y compartamos materiales y propuestas que, ajustados al currículo (o críticos con ellos desde sus mismas costuras, pero desde la argumentación y la construcción de alternativas globales), respondan a un modelo educativo más abierto al mundo, más respetuoso con la infancia, más interdisciplinar, menos transmisivo… no vaya ser verdad lo que sostiene Jaume Martínez Bonafé en este espléndido artículo: En la escuela, el futuro no es ya el pasado; o sí. Nuevos currículos, nuevos materiales.

 Esta tarea compromete a toda la comunidad educativa. No solo porque si queremos una escuela abierta al entorno es momento de tejer lazos entre cuantas personas y organizaciones pretendemos contribuir a una educación crítica y emancipadora, sino porque con la colonización del sentido común que desde las agendas neoliberales se hace a partir del secuestro de términos como “esfuerzo”, “excelencia”, “calidad educativa”, “niveles”, etc. corremos el riesgo de que las prácticas de educación transformadora que han venido desarrollándose en los últimos años queden convertidas en reductos donde solo los héroes o los mártires se atreven a inmolarse.

Una buena alternativa para, entre otras cosas, reducir la carga de trabajo que supone el diseño de las propuestas de aula y de los materiales que en ellas se utilizarán es la que he vivido en la escuela sobre la que estoy haciendo mi tesis (¡interminable!). Es una escuela de la red pública que tiene un reconocimiento, por si acaso, no muy público, aunque su labor es bien conocida. Pues bien, en Antzuola, que es el municipio en el que se sitúa la escuela, y contado de una forma muy resumida, los maestros y maestras hacen una "bolsa de trabajo" con todas sus horas, y desde ahí van respondiendo a las necesidades que surgen cada curso. De tal manera que, y esto es lo que quiero destacar (pues no tengo todos los detalles de la distribución de la carga lectiva en el colectivo), consiguen crear una figura de "maestro/a de apoyo" en cada una de las dos etapas que ofrecen (Infantil y Primaria). Éste está "liberado" de las clases y su labor fundamental es la de dar apoyo, coordinar y alimentar los proyectos que se desarrollan en los diferentes cursos. Trabaja con cada uno de los tutores en el diseño (y cuando puede en el desarrollo en el aula también) de las propuestas educativas, que se desarrollan de forma progresiva pues así emerge su currículo, conjugando los intereses de los niños y niñas con los de la Escuela. No hay libros de texto, y el proceso, las actividades, los materiales van surgiendo de las necesidades curriculares que emergen en las aulas, en las comunidades vivas que van desarrollando poco a poco (desde infantil) y a través de procesos de enseñanza y aprendizaje que, como ellos subrayan, son procesos de vida y de aprender de aula. Esa estructura ayuda mucho en la labor de diseño y generación de materiales de aula, pero, a pesar de todo, el trabajo sigue siendo importante y constante. Pero ellos saben que trabajan en proyectos de CALIDAD, ¡en mayúsculas!

Un fuerte abrazo a todos y todas.
 

 

Leopoldo Acal, de la Red IRES

 




En un curso sobre innovación docente que estoy siguiendo dice que cuando quieres cambiar una forma de trabajo, uno de los aspectos a valorar es el esfuerzo que va a suponer ese cambio para el docente. Y no solo el esfuerzo de adaptación. Si trabajar con el nuevo sistema requiere invertir más energías que con el actual, esto va a ser un factor que dificulte el cambio.
Todos sabemos que hay profes que no van a frenarse por esto, que son auténticos héroes/heroínas de la pedagogía y están dispuestos a todo por conseguir mejorar los aprendizajes y el desarrollo personal de sus alumnos. Pero si se pretende un cambio global no se puede exigir que todos seamos héroes. Sobre todo en un contexto como el actual, donde las políticas de recortes (PC: ajustes ) hacen que tengamos más trabajo, menos medios y peores sueldos.
Deberíamos preguntarnos por qué los libros de texto siguen teniendo tanto éxito, a pesar de las carencias que se ponen de manifiesto. Creo que su gran virtud es que las editoriales ofrecen un método completo a los profes para desarrollar su trabajo. El profesor/a tiene los contenidos, las actividades, la programación, los materiales complementarios, de ampliación, de evaluación… todo resuelto. Sólo tiene que ir dosificando el ritmo, corrigiendo actividades y manteniendo el orden y la disciplina (PC: convivencia). No creo que todos los profesores estén ajenos a las limitaciones de los textos ni absolutamente satisfechos con el método, pero les resuelve muchos retos de forma que entienden aceptable. Cuando proponemos abandonar el libro de texto surgen una gran cantidad de problemas que atender, una gran cantidad de trabajo adicional. Y encima si algo falla (y hay muchos ojos mirando y deseando que algo falle) eres el único responsable. No tienes detrás expertos, una editorial “seria” y muchos compañeros que hacen lo mismo que tú.
Así que los repositorios de materiales, los enlaces, las buenas prácticas son una ayuda al valiente, al que decide correr riesgos, pero no ofrecen la misma seguridad/confianza/comodidad a los más prudentes/limitados. Si queremos que la mayoría acepte este cambio tendremos que dar un paso más. Hay que coger todos esos materiales innovadores, todos esos buenos recursos y unirlos en un proyecto que tenga sentido, que ofrezca soluciones completas para todos los problemas. O el cambio seguirá siendo minoritario y meritorio.
No debería ser tan difícil. Incluso se podrían encontrar editoriales que respaldasen esos proyectos innovadores. El crear redes y equipos y trabajar juntos tiene sus dificultades, pero es el único modo si verdaderamente queremos un cambio amplio.
Hemos estado en contra de que se subvencionasen los libros de texto. El que deje de hacerse puede ser una oportunidad.

 

 

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